ABARKA ONGD

Testimonio de Eva Cáceres de vuelta del Proyecto B.R.I.G.H.T. FUTURE CAMP

Host: SMOKINYA - Support: ABARKA ONGD

Del 28 de mayo al 29 de junio de 2023 - en Mrachenik (Bulgaria)

Con este artículo quiero compartir mi experiencia participando, como voluntaria de ABARKA, en este ESC organizado por Smokinya Foundation en el pueblo de Mrachenik en Bulgaria.

Cuando solicité participar en este ESC estaba buscando un proyecto de duración medio-larga, comparado con los otros proyectos de 1 semana que había hecho anteriormente, los llamados Youth Exchange. Además, necesitaba estar en contacto con la naturaleza, en un lugar tranquilo y con actividades más físicas que intelectuales. Al ver el infopack de este proyecto quedé muy intrigada porque no estaba muy claro qué es lo que íbamos a hacer allí pero encontré varias de las cosas que estaba buscando: un proyecto de un mes en un pequeño pueblo en las montañas.

Tras varios días de espera me comunicaban que estaba preseleccionada para ir y es entonces cuando comenzó la aventura…

Las experiencias de vida que te marcan para siempre

El viaje

El proyecto

Encontrar un vuelo desde España para llegar en la fecha de inicio del proyecto no fue fácil pero tras recorrerme la página Kiwi que nos habían facilitado desde la organización ¡encontré un vuelo dentro del presupuesto!

El día que llegué a Sofía tenía que moverme rápido para llegar al tren que me llevaría a Karlovo, el pueblo más cercano desde el que cogería el autobús para llegar a Mrachenik. No llegué a tiempo a la estación de tren y tuve que esperar al siguiente tren, un poco angustiada porque ya no llegaría al último autobús para llegar a Mrachenik… Sin embargo, el apoyo que recibí desde Smokinya  me tranquilizó para el resto del viaje.

A Mrachenik llegué de noche, así que no fue hasta la mañana siguiente cuando pude ser consciente de dónde estaba: un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques donde se podían escuchar los cantos de los pájaros y se respiraba aire puro mezclado con el olor a leña quemada de las chimeneas de las casas de alrededor.

Durante el proyecto, viviríamos en una casa de huéspedes con un jardín en el que montamos más de 10 tiendas de campaña y 2 carpas para resguardar del sol y la lluvia la zona dónde comeríamos.

Ahora recuerdo los primeros días con ternura pero en el momento estaba algo asustada… ¿Cómo íbamos a vivir casi 40 personas allí? Mis miedos me hacían imaginarlo como un caos… Nada más lejos de la realidad… Con los días y semanas me fui dando cuenta de que con la actitud adecuada, compromiso y confianza hasta las ideas más arriesgadas o disparatadas pueden salir bien.

Otra muestra de ello es lo que conseguimos hacer en la escuela abandonada de Mrachenik: un edificio casi sepultado por la maleza y escombros al que, tras 1 mes de trabajo, dimos vida y luz de nuevo.

Semanas en las que podamos y quitamos la hierba, tierra, zarzas, escombros, adoquines, basura… Construimos bancos, mesas y hasta un columpio, una zona para hacer fuego, un campo de volleyball, una canasta, fabricamos una compostadora con pallets para los residuos orgánicos y limpiamos un espacio para hacer una futura huerta Además, convertimos un antiguo almacén que usaban para dar de comer al ganado en un almacén diáfano para guardar herramientas y materiales.

Pero además de todo el trabajo físico que realizamos, este proyecto nos dio la oportunidad de trabajar otro aspecto importante: aprender a vivir en comunidad.

Compartir espacio durante un mes con casi 40 personas me ha aportado mucho aprendizaje: sobre mí misma, sobre mis miedos y juicios, sobre las dinámicas del grupo, la honestidad y la confianza, sobre tolerancia y aceptación… Además de descubrir nuevas visiones y perspectivas sobre la vida.

Si cierro los ojos todavía nos puedo ver alrededor del fuego jugando al ajedrez, riendo, bailando bajo la luna y mirando las estrellas del cielo de Mrachenik… Hablando sobre lo perdidas que creemos que estamos en la vida, sobre las dudas respecto al futuro, sobre lo felices y afortunadas que somos de poder disfrutar y vivir estas experiencias.

Este proyecto no solo ha superado mis expectativas sino que me ha devuelto la conexión con las otras personas, me ha conectado con mi pasión y mi propósito en la vida: ayudar a los demás, atreverme a ir por aquello que me hace feliz sin miedos y formar parte del cambio que quiero ver en el mundo….

GRACIAS MRACHENIK,

GRACIAS SMOKINYA FOUNDATION,

GRACIAS ABARKA!

Eva Cáceres, voluntaria en ABARKA